Aún no soy muy amigo de Li, pero si de una chica llamada María que comparte algunos gustos conmigo. Conocí a María un día mientras lloraba sentada bajo uno de los árboles de la escuela, la había visto antes pero nunca habíamos hablado más de algunas palabras; aquella tarde a penas me vio se me echó en los brazos y me contó cuan enamorada estaba de un hombre en su país y como él la había dejado por no soportar la distancia.
Esa es la cruel realidad del amor universitario cuando sales de casa. Aún cuando no vivas al otro lado del mundo sino solo a unos kilómetros, muy pocas parejas sobreviven cuando uno de los dos se aleja. Como en mi caso, su relación había llegado a un punto en dónde era mejor dejar las cosas, aún cuando uno de los dos siguiera enamorado.
Desde que conocí a María me di cuenta de algunas cosas, la primera es que es una mujer sumamente sentimental. Casi todos los miércoles del semestre se me echaba en los brazos y lloraba inconsolable por horas hablando de él, a su vez, también descubrí que aún era algo inmadura ante las relaciones de amistad, porque varias veces me pedía dejarla sola para hablar del mismo tema con otra persona... y finalmente me di cuenta que tenía dentro un corazón conformista ante las situaciones más difíciles. Sin embargo, extrañamente, tenía ese don de líder de caer bien a la gente y querer destacar.
Durante un trabajo de investigación social el semestre pasado su nombre figuró en 40 de las 70 encuestas de "gente conocida" en la universidad. Por ese motivo no se me hizo extraño escuchar a Li hablando de ella por la mañana cuando llegué, lo que se me hizo extraño es escuchar que hablaba de ella como presidenta de una sociedad estudiantil inexistente.
-Ella y yo seremos los presidentes de una sociedad estudiantil conformada por todo un gabinete de varias carreras y abriremos un grupo especial para deportes como softball, para las chicas - le decía a Ju.
Ju me veía con sus ojos cafés, desde que inicié este semestre la conocí por su nombre, a penas al llegar a la escuela una de las mesas de la cafetería se levantaron varias chicas y comenzaron a burlarse de su nombre, con ánimo y no con mala intención, eran sus amigas. A penas llegué al salón de arte ella me miró por largas horas, pero fue hasta tres clases después que comenzó a llamarme gangster.
"Gangster" era mi nuevo apodo para ella, aunque la mayoria me llaman algo asi como "méxico" ella se adueñó de ese nuevo nombre y le encanta llamarme así.
Li me miró de reojo, se dio cuenta que escuchaba que hablaban de eso y cambió el tema en cuanto pudo, yo también lo hice, le mostré mi cuadro y me dijo -estás mejorando méxico, casi me superas-
Pensé en decirle a Li que me sumaría a su proyecto, pero no quise llamar mucho la atención y me quedé pintando para entregar el cuadro. Terminé mas temprano que el resto y mi único error en el examen fue una sombra, a penas la modifiqué bajé a comprar algo de comer y busqué toparme con María pero no la encontré.