domingo, 29 de noviembre de 2009

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No duermo, no como, no hago ejercicio y no escribo. No sé como es que aún sigo vivo pero aquí estoy.

No pude estar en la instalación de todos los cuadros de la exposición final, en su lugar, estuve enfermo en cama reposando y esperando que María llegara para darme buenas noticias, pero eso tampoco pasó sino que al día siguiente, a las cinco de la mañana, tuve que levantarme de la cama para ir a la última clase de expresión y ver el terrible resultado.

María me regañó durante casi diez minutos, que en "tiempo maría" eso basta, escuchar su regaño por diez minutos equivale a escuchar a tu madre por seis horas. Es cierto, no puedo estar más bajo de defensas, en cuanto llegue a México aprovecharé para descansar y darme una vuelta con los doctores, pero por ahora, hubiera querido ver que el resultado final de la exposición fuera genial y no fue así.

Preferí no decir nada en cuanto a ello y lo dejé pasar, somos el equipo favorito de todos modos. Me quedé dormido con los brazos cruzados sobre la mesa y mi rostro oculto entre ellos y soñé, por un solo momento, que todo el estrés había acabado. A penas abrí los ojos para mirar el pizarrón, en el que por cierto nunca se escribe nada, me di cuenta de que faltaban 20 minutos para hacer la entrega final de la clase de audio.

A penas acabé, por fin, me eché en la banca del patio y me quedé dormido. Me desperté de pronto por el sonido de un auto pasar a mi lado, y que bueno que lo hice, porque a menos de dos metros estaba Julie sentada a un lado de Gabriel, quien agito su mano para llamar mi atención.

Me acerqué a ellos, Julie y yo nos quedamos viendo por unos segundos, eternos segundos, después Gabriel me pidió ayuda con su obra y ambos la reparamos.

Llegué muerto a casa de Pete para dormir, pero a penas volví a cerrar los ojos me despertó Alessandro para decirme que era hora de volver a trabajar. Y así ha sido, cíclicamente, todo el semestre.

A penas entregué todo lo de la semana me decidí a tomarme el domingo libre para escribir un poco y descansar, pero hace dos horas he estado escribiendo reportes de clase y algunas otras investigaciones que tengo que entregar para más tardar el miércoles.

La buena noticia es que pronto acabaré el curso, descansaré y podré ver televisión como hace la gente normal. Quiero ser normal. Quiero ser esa persona monótona que se sienta frente a un programa de comedia americano, esa persona que duerme ocho horas, come lo que prepara su madre de vez en cuando y otros días se va a casa de su mejor amiga para que le haga de comer. Quiero ser esa persona que se levanta temprano para salir a correr, que solo prende la computadora para checar su correo electrónico y que se da el lujo de no responder ninguno. Quiero abrir regalos en navidad, tomar café o algún derivado no tan dañino. Quiero que me regañe el doctor, que la doctora se ría de mis tonterías y que pueda pasar una hora discutiendo con mis tíos acerca de lo único que ellos no comprenderán nunca: el arte.

Quiero ser esa persona... pero solo por dos meses. Después quiero volver a donde estoy.