viernes, 24 de diciembre de 2010
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Eli llego ayer, me citó en un café de la ciudad a las once de la mañana pero nunca se apareció, no pude más que pagar mi cuenta e irme, pensé que ya nunca sabría de ella, no al menos hasta el verano, pero por la tarde me pidió que pasara por ella a su casa, así que decidí hacerlo, aún cuando no estaba seguro si debería verla. Estuvimos juntos toda la tarde, pero cruzamos pocas palabras, hablamos de cosas de la universidad y de tonterías por el estilo hasta que preguntó por Alejandro -gracias a dios no he visto a ninguno de ellos- le respondí, y el tema no volvió a tocarse. En la noche pasamos por su hermana menor y la llevamos a dar la vuelta con nosotros, pasamos también por Daniel y Mary... estábamos pasando una noche agradable, pero creo que Eli sintió algo extraño, porque no dejó que su hermana nos dirigiera la palabra tampoco. Decidí pasar a dejarlas en su casa antes de que el ambiente se tornara aún más tenso.
Hoy es navidad, las cosas no están tan bien en mi familia como para esperar gran cosa, la cena callada como de costumbre y terminará temprano. Hice planes para buscar escaparme esta noche, pero no sé si lo haga solo, mientras tanto, el plan más seguro que tengo es regresar a dormir a mi casa y mañana por la mañana partir al pueblo en búsqueda de Samuel. Seguramente tendremos que ir a buscar a Pablo, que estará como cada mañana del 25 refugiado en los brazos de alguna chica, porque Pablo, el menor de mis primos es, aunque no lo parezca, uno de los más vivos. Después haré planes con ellos y me quedaré en el pueblo al menos una semana.
Esteban se fue al pueblo antier por la mañana, así que supongo que también estará esperando que lleguemos para tener una excusa para salir de la casa aunque sea por unos minutos, mi tía debe tenerlo completamente aislado de la sociedad, con el cuento de que nunca lo ven y cuando lo ven esperan que él haga lo que sus padres ordenan.
Yo, por mi cuenta, no sé si quiero ir a la comida navideña sabiendo lo que me espera: una larga conversación sobre mi mismo en la que cualquier dato que se escape de mis labios puede ser usado en mi contra en cualquier momento.
Paulo estuvo aquí esta tarde, al parecer le darán un nuevo trabajo en la clínica y el puesto es bastante prometedor, irá a cenar hoy por la noche con la familia de una persona importante que puede abrirle cuantas puertas necesite. Eso quiere decir que después de Junio es probable que no vuelva a ver a mi amigo en un largo rato. La navidad siempre me pone pensativo, es extrañamente en estas épocas de invierno en que todo me pasa. Lo peor para mi es año nuevo, hay muchas cosas en esa fecha que me azotan de recuerdos.
viernes, 6 de agosto de 2010
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No sé en que momento perdí a mis amigos, no sé cuando fue la última vez que vi a mis amigos verdaderos, claro que tengo amigos en México y muchos otros en la universidad, pero no sé cuando fue que me alejé de ellos para hacer otra vida completamente diferente. Estos dos meses que estuve aquí no vi a nadie, a penas vi pasar a Nelly en una fiesta que ofreció el hermano de Mary para celebrar su graduación. También vi a Daniela, estudiante de comercio, no la veía desde la preparatoria, pero era una de mis mejores amigas con quien podía pasar horas hablando de anime o de videojuegos. El resto de mis amigos mexicanos simplemente ha hecho su vida y se ha olvidado de mí, algunos de ellos se han mudado, como yo, debido a la guerra y otros, simplemente se han vuelto mucho más egoístas o tienen mejores cosas en que pensar que en los amigos. Como sea, no los culpo porque soy yo quien no se comunica.
Mary me ha presentado su plan de hacer una reunión con todos nuestros amigos en diciembre, pero yo tengo otros planes para esas fechas, no quiero ver a nadie en un tiempo, quiero descansar de la vida y darme un tiempo para mi, para explorar mi mente, para conocerme un poco. La confusión por la que paso ha sido tan terrible que Paulo me ha encomendado a una de sus amigas para que lleve un tratamiento conmigo, uno simple, básico, pero funcional. Estaremos hablando a distancia por correo y mensajería todos los miércoles y me ha ofrecido un tratamiento más leve que no incluye químicos horribles sino simple control de mis pensamientos. Este diario, quizá, sea uno de los planes más inteligentes que he tenido en muchos años, me permite canalizar mi estrés, estrés como el que siento el día de hoy y como el que he sentido estos últimos años.
Lo peor de la idea de Mary es volver a ver a Alejandro. Alejandro se mudó a Australia y yo sigo esperando pacientemente que nos llame para decirnos que está en la barriga de algún cocodrilo y que necesita nuestra ayuda para salir de él. Pero mientras tanto, yo sigo con mi vida, no quiero volver a saber de ellos por lo que me resta de vida. Sin embargo, es cierto que hay personas en mi vida que quisiera recuperar.
Mi horario de la universidad tampoco ayuda, la madrugada será intensa en la escuela durante todos los cursos, incluso los de la siguiente semana que son preliminares. Me gusta trabajar de madrugada, pero no me gusta trabajar hasta la mañana siguiente sino terminar antes de amanezca, prefiero el horario vespertino, tendré que acostumbrarme.
viernes, 23 de julio de 2010
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lunes, 10 de mayo de 2010
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martes, 23 de febrero de 2010
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domingo, 21 de febrero de 2010
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escribí un cuento:
Se deslizó en la escalera, radiante, llena de vida, como siempre. Sus ojos, como dos chispas, se encendieron al verme sentado en la sala. Ella sabía que iría, pero se negaba a reconocer que me estaba esperando. Bajó el último peldaño y me sonrió. Avanzó tan lentamente al sillón, que no pude más que contemplarla y con a penas un movimiento de mi mano alcancé la suya, trayéndola conmigo hasta recostarla sobre mi cuerpo, que reposaba inmóvil en el sofá.
Al principio se hizo la desentendida, como si no me conociera o como si no quisiera que sus padres escucharan. Procuré sin embargo ser cauteloso y la tranquilicé en mis brazos. Cuando se escuchó la puerta y el auto de su madre encenderse y alejarse por la calle se convirtió en otra.
Acaricié lentamente su cabello. Si bien para todos éramos vecinos, amigos desde la infancia, ella nunca me había visto como tal sino como algo más allá, como una pareja intermediaria o como algún amigo al que no se le cuenta sino que se le acciona.
Apartando de su cuello su cabellera, besé lentamente bajo su barbilla con tanta fragilidad como pude, sin evitar que aquello le causara un ligero escalofrío que, a medida que avanzaba por su piel, comenzaba a volverse adictivo.
Me empujó lentamente hacía atrás para mantenerme pegado al cabezal mientras recorría con sus labios los botones de mi camisa, los cuales, uno a uno y casi disimulando, logró desatar por completo. Prosiguió con besos cortos que me convirtieron, por poco tiempo, en un esclavo más de mi propio deseo.
Segundos más tarde, me encontré inmerso en una relajación tan profunda, que no la he encontrado en ningún otro lugar si no en ese. Retiró su vestido negro dejándome conocerla a fondo y tocar, con la yema de mis dedos, aquella ropa interior de textura sensual y de encaje pronunciado por su piel.
Con ambas manos sostuve su cintura y ella, instalando sus manos en mis hombros, comenzó a recorrerme dejándome sentir sus piernas. Me dejé llevar entonces por aquel momento rítmico y ambos nos dimos la libertad de desvestirnos. Se colocó entonces ella encima mío y nos unimos en un momento atónito de completa excitación.
Incontables fueron los besos que robé de sus labios antes de llenarla por completo y escuchar, entre el eco, los gemidos que pronunciaba alegre. Nos sumimos segundos después cada uno en su mundo y luego… contemplándonos, nos separamos, jadeantes.
Se colocó encima su vestido negro y yo, abotonándome la camisa, me despedí de ella. Cuando avanzaba hacia mi casa, a unas pocas cuadras de la de ella, pude divisar como el auto de su madre entraba en el garage.